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Orientación teórica

 

Los psicólogos debemos elegir una orientación teórica en la que basarnos para realizar nuestro trabajo. Mi elección es la psicoanalítica, y aquí explico porqué, junto a un pequeño recorrido por otras opciones.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La psicología conductista, por ejemplo, se centra en el estudio y el cambio de la conducta a partir del esquema “estímulo-respuesta”. Sostiene que los síntomas son resultado una asociación entre estímulo y respuesta (o conducta) que ha resultado ser poco adaptativa para la persona; es decir, son consecuencia de un aprendizaje no adecuado. Entonces, la terapia consiste, en términos generales, en una modificación de la conducta desadaptativa mediante un re-aprendizaje de las respuestas o conductas sintomáticas, que se realiza a partir de la observación del caso y de un sistema de recompensas.

 

Otras orientaciones, como la cognitiva, se apoyan en la idea de que los comportamientos son resultado no sólo del estímulo, sino del procesamiento que hace la persona de ese estímulo. Entonces, los síntomas provienen de un procesamiento de la información que la persona sesga negativamente, produciéndole un sufrimiento que podría evitar si pensara de otra forma. En la terapia, a grandes rasgos, se buscan las ideas irracionales que la persona usa de manera automática para interpretar la realidad y se le ayuda a que encuentre una base de interpretación más adaptativa.

 

Las terapias que se basan en las dos propuestas anteriores juntas (el enfoque del “estímulo-respuesta” y el enfoque del procesamiento mental) son las llamadas terapias cognitivo-conductuales, cuyas siglas son TCC. Son las más afines a las ciencias positivas ya que entienden que se puede tomar al ser humano como objeto de estudio científico-positivo, es decir, se pueden obtener leyes universales sobre su comportamiento, hacer predicciones, experimentar, etc. Por eso las TCC suelen ser las únicas que figuran como tratamientos basados en la evidencia científica en la literatura académica. No es que sean las únicas terapias que parece que funcionan, lo que pasa es que su enfoque teórico se presta más a la realización de estudios científicos.

 

Otros ejemplos son el enfoque sistémico, que se centra en los patrones de interacción que se dan entre los miembros de la familia/grupo de la persona que presenta los síntomas, o la terapia gestalt, que se basa en la idea de que la persona es por sí misma capaz de autorrealización, crecimiento y desarrollo, y su finalidad es ayudarla a hacerse consciente de sí misma, de sus necesidades y a vivir el “aquí y ahora” sin complejos.

 

Sin embargo, sabemos que las personas no tenemos sólo una parte consciente, lógica y racional, sino que nuestros sentimientos y comportamientos vienen en gran parte determinados por mecanismos no voluntarios inconscientes. Como es obvio, nosotros no nos damos cuenta de su influencia, pero cada vez que una persona actúa sin ser racional, ni atender a su lógica ni a su voluntad, como suele pasar con los síntomas, está dando muestras de su existencia.

 

 

¿Por qué tengo este miedo irracional?

 

¿Por qué tengo esta obsesión que no me lleva a ningún sitio?

 

¿Por qué me cuesta tanto estudiar y concentrarme, si es lo que quiero?

 

¿Por qué me encuentro triste, si no tengo motivos?

 

¿Por qué discuto con mi pareja, si lo que queremos es llevarnos bien?

 

¿Por qué me siento solo, si tengo familia y amigos?

 

 

Las personas podemos intentar influir en nuestras conductas, aprendizajes, razonamientos, necesidades, patrones de interacción… pero la experiencia demuestra que hay una parte que escapa a nuestro control. Esta parte que escapa a nuestro control consciente es el inconsciente. Es nuestra parte responsable de que hagamos cosas que no queremos ni tienen sentido aparente.

 

En el enfoque psicoanalítico, la terapia actúa sobre nuestra parte inconsciente.

 

Para esta orientación terapéutica, el síntoma es una manifestación del inconsciente y tiene un sentido oculto a primera vista a la persona, un sentido que se debe desvelar para que la persona pueda ejercer su control sobre él, dentro de lo posible. Por eso, desde esta perspectiva, la terapia debe ir más allá del síntoma, no intentando destruirlo directamente, sino buscando su causa inconsciente para actuar sobre él de una forma completa, y que la persona pueda hacerse cargo de sí misma en un sentido más amplio.

 

La orientación con la que yo trabajo es la psicoanalítica, ya que entiendo que trabajando sobre el inconsciente se logra una intervención integral, sobre todos los determinantes de la conducta humana, conscientes e inconscientes, sobre el síntoma y sobre su origen.

 

 

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